South American Research Journal, 1(1), 29-39
https://www.sa-rj.net/index.php/sarj/article/view/4
ISSN 2806-5638
En cuanto al currículo que permite responder ¿qué
deben aprender?, los constructivistas toman distancia de
la enseñanza de la teoría directa e interpretativa que giran
en torno a una o más disciplinas, es decir, a los contenidos
y procesos de enseñanza que se consideren indispensables
que, desde el punto de vista interpretativo, los estudiantes
pueden formular respuestas correctas de diversas formas.
En ambos casos el profesor es quien evalúa. En
contraparte, la visión constructivista señala que no son
necesarios los exámenes o pruebas, pero si es que se realiza
alguna actividad similar, las preguntas deben ser lo
suficientemente abiertas para que cada alumno pueda
organizar su propia respuesta; él es el único que puede
identificar si ha aprendido o no y por qué (Martín et al.,
2004; Pozo et al., 2006; Vilanova et al., 2007; Basilisa
García et al., 2014). El profesor no es capaz de evaluar al
estudiante, que cada uno se autoevalúe.
(
Pozo et al., 2006). Basilisa et al. (2014) juzgan que el
aprendizaje del contenido disciplinar es propio de la teoría
directa, mientras que el sujeto razonando y comprendiendo
los contenidos son propios de la teoría interpretativa. En
ambos casos el docente es un motivador de sus estudiantes.
Por su parte, Pérez et al. (2006) se muestran abiertamente
constructivistas y posmodernos al señalar que las metas del
currículo no deben ser el contenido sino el desarrollo de
intereses (los estudiantes deben motivarse intrínsecamente
por el conocimiento) y capacidades individuales; por lo
tanto, no debe haber direccionamiento alguno en el
desarrollo de las capacidades. En pocas palabras: que cada
quien aprenda lo que le interese.
Hasta aquí las respuestas a importantes preguntas,
planteadas a partir del modelo que dio lugar a la creación
de un Cuestionario de Dilemas de Teorías Implícitas
(CDTI). Los resultados del CDTI aplicado para evaluar
este modelo, tanto de Martín et al. (2004) y Pérez et al.
(2006) , muestran que, en la práctica, desde que se empezó
Desde el punto de vista didáctico, responder a la
a evaluar a las teorías directa, interpretativa y
pregunta ¿con qué herramientas enseñar? remite a los
materiales que se emplean para el aprendizaje. En la teoría
directa todos los estudiantes tendrían el mismo libro, de
modo que todos aprenden su contenido. En la teoría
interpretativa lo mejor es que haya un libro del que
disponen todos los estudiantes, pero que también exista
una biblioteca para consultar y contrastar información. Sin
embargo, desde el punto de vista constructivista, lo mejor
es que no exista un texto que guíe a todos los estudiantes;
lo mejor para los estudiantes es que existan muchas fuentes
de información: libros, revistas, folletos, que les permitan
contrastar las diversas opiniones y puntos de vista (Martín
et al., 2004; Pozo et al., 2006; Vilanova et al., 2007;
Basilisa et al., 2014). Que cada uno lea lo que le guste.
Con respecto a la evaluación –¿qué evaluar?–,
existe completa coherencia con respecto a los puntos
anteriormente abordados. Según la teoría directa, se deben
proponer actividades similares a las que se hicieron en
clases, para así comprobar que pueden resolverlas
correctamente. En la teoría interpretativa se hace algo
similar, con la diferencia de que se plantean situaciones
problemáticas nuevas. En contraparte, el punto de vista del
constructivismo es que se deben evaluar competencias
constructivista, ningún profesor elige la misma teoría
siempre, es decir, son “constructivistas, pero no tanto”.
Suele ocurrir que, al menos la mitad de las respuestas, se
sitúan en las teorías directa e implícita, por lo que
consideran que estas dos corrientes tornan a los docentes
más resistentes al cambio. Vilanova et al. (2007) y Basilisa
et al. (2014) en Argentina, y Gil Molina (2014) en España
han identificado que existe un predominio de la
concepción constructivista, seguida de la interpretativa y,
casi en desaparición, la teoría directa.
La aplicación del CDTI permitirá conocer si existe
relación causal entre las variables y los factores
explicativos. Las teorías implícitas son conceptos
abstractos, concebidos a partir de un modelo teórico (Pozo
et al., 2006). Para verificar el modelo empíricamente,
Martín et al. (2004) formularon un auto-reporte para
educadores y estudiantes, pero en lugar de emplear una
escala de Likert, establecieron los tres conceptos
abstractos (teoría directa, teoría interpretativa y teoría
constructivista) como opciones de respuesta únicas a un
problema, lo cual, paradójicamente, se constituye en una
variable dicotómica de respuesta ‘verdadera’ o ‘falsa’. No
obstante, si se ordenan las respuestas se da lugar a una
variable ordinal (1= teoría directa, 2= teoría implícita y 3=
teoría constructivista). Para estimar la validez del
constructo en docentes y en alumnos, varios estudios
(Vilanova et al., 2007; Basilisa et al., 2014; Miranda et al.,
2017) han intentado desarrollar un modelo explicativo
causal.
(destrezas o habilidades) para saber hacer algo (Zubiría,
2
006); por lo tanto, la situación problemática debe ser
nueva para que el estudiante –cual científico– examine
diversos caminos y elija uno de ellos para intentar
resolverlo; no importa si es que los resultados finales no
son los correctos (Martín et al., 2004; Pozo et al., 2006;
Vilanova et al., 2007; Basilisa García et al., 2014). Lo que
importa es el proceso, no los resultados.
En estudios no experimentales, como es el presente
caso, las relaciones causales se infieren a partir de
relaciones observadas entre variables; el método más
adecuado para cumplir con este propósito es el de las
ecuaciones estructurales (Batista y Coenders, 2012). No
obstante, en la propuesta original de Martín et al. (2004;
2006) no se advierte un análisis de la validez del
constructo, cuestión que sí ocurre con el estudio de
Por último, la pregunta ¿cómo evaluar? implica la
decisión de realizar pruebas o exámenes o solamente
valorar los procesos llevados a cabo por los estudiantes.
Desde la teoría directa, evaluar el contenido mediante
preguntas concretas, lo más claras posibles, garantiza que
los estudiantes no se dispersen en sus respuestas; mientras
http://doi.org/10.5281/zenodo.4960709
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