South American Research Journal, 1(1), 21-27
https://www.sa-rj.net/index.php/sarj/article/view/3
ISSN 2806-5638
No obstante, existen factores de trascendental
importancia que deben asegurar la reinserción familiar
adecuada. La falta de habilidades parentales es un factor de
riesgo para la existencia de conducta violenta. Según un
reporte de Chile, la mayoría de niños recibe algún tipo de
violencia (UNICEF, 2000). Un padre alcohólico grita al
niño, lo ofende de palabra y lo ignora, así como las familias
consideran que el niño se pone nervioso, llora o se esconde
por temor (Núñez et al., 2014). En efecto, existen ciertas
características inherentes al menor que favorecen el
maltrato. Son los padres y madres, pero especialmente estas
últimas, las personas que ejercen mayormente violencia
contra el niño (Aguiar et al., 2006).
Además de ello, resulta que el estrés generado por
una mala relación afecta el desarrollo socio afectivo de los
hijos (Junco, 2014). Un padre que ejerce violencia de género
contra la madre, es generador de efectos negativos en los
hijos, sin importar la edad pues si no son violentados
físicamente, son violentados psicológicamente al ser
testigos de los actos violentos que padecen sus madres
Aspectos relacionados a la reincidencia en el
maltrato infantil también se reflejan en el propio niño a nivel
individual, al reconocerse como alguien infeliz, consumir
drogas o cuando manifiesta el deseo de vengarse de sus
agresores. “El bienestar y felicidad de los niños es una
producción humana, resultado del esfuerzo de la sociedad
en su conjunto” (Barudy, 1998, p. 86), por ejemplo, la
autopercepción de la felicidad. Si el menor vive en un
ambiente de consumo de alcohol y drogas, sus efectos son
muy nocivos y perjudiciales pues los niños terminan por
imitar a los adultos, más aún cuando han sido maltratados
por los adultos (Salcedo y Carvalho, 2005). El riesgo de
consumo en ellos es mucho más alto que en los niños que
no han sido maltratados (Zunzunegui et al., 1997). Aunque
para evitar la re-victimización no se averigua cómo fue el
maltrato, algunas terapias narrativas indagan en el pasado
de los niños (Kaitzberg, 2016), mucho más si las terapias
son psicoanalíticas (Uribe, 2011); sin embargo, no es
necesario averiguar por su pasado, también se puede
averiguar por sus planes futuros. Si es que los deseos de
venganza se mantienen ello podría deberse a que el maltrato
a los niños persiste; no obstante, si es que aparecen otras
percepciones mucho más prometedoras –como el deseo de
estudiar, obtener una profesión y ayudar a la familia– se
puede señalar que el maltrato es menor.
(
García, 2006). Las limitaciones en la convivencia familiar
también generan problemas, en efecto, si es que el trabajo
permite atender a los horarios familiares, se eleva el nivel
de bienestar de la familia (Arriagada, 2004), así como
también la situación en la escuela (Piedra et al., 2014). Pese
a que la madre es la figura parental que más agrede, también
suele ser la más protectora; sin embargo, también se sabe
que las madres de niños maltratados presentan pocas
habilidades para la resolución de problemas, son impulsivas
y reacias a expresar emociones (Antequera, 2006). En este
sentido, que un niño tenga una buena relación con su madre
resulta un indicador muy favorable de la convivencia
familiar. En los procesos de reinserción familiar es
importante tener en cuenta estos indicadores indirectos del
maltrato infantil.
Finalmente, existen aspectos relativos al ámbito de la
institución de acogimiento familiar
y la institución
educativa. Para ello, es menester considerar dos aspectos
cruciales: las veces que un menor es acogido o si mantiene
su asistencia regular a la escuela. El afán es conseguir la
reinserción familiar; sin embargo, si se reconoce que ahí se
produjo el maltrato y si es que el niño tiene que volver a
vivir con su agresor, la situación se torna muy compleja
(Faraone, 2000). Es importante tener en consideración que,
el hecho de reincidir en el maltrato infantil genera
problemas en el plan de vida de los menores; es así que su
sentido de pertenencia se agrava con la adolescencia
(Arévalo y Lavezzari, 2019). Cabe señalar que uno de los
factores más comunes dentro del maltrato infantil por
negligencia se puede verificar en la inasistencia del menor a
la escuela, aunque ello no necesariamente constituye
información suficiente sobre el maltrato infantil en la
familia (Knaul y Ramírez, 2003). Sin embargo, es un
indicador importante que debe considerarse en los estudios
de psicología y trabajo social para asegurar que el nivel de
maltrato ha mejorado significativamente.
Es importante gozar de estabilidad socioeconómica.
“
La dimensión de riesgo se compone por las dificultades que
poseen los adultos para tener oportunidad de acceso al
empleo y a una adecuada inserción social, sumado a los
problemas económicos y a la pobreza” (Morelato, 2011, p.
2
16); en contraparte, la protección se incrementa en gran
medida cuando existe apoyo económico, trabajo, salud,
vivienda y educación. Sin embargo, existen estudios que
sostienen que los bajos ingresos no son factores de riesgo de
violencia (Fernández et al., 2006), aunque son pocos.
La mayoría de estudios sostiene que los bajos
ingresos pueden generar conflictos en la familia y repercutir
en la satisfacción plena de sus necesidades (Pineda, et al.,
En el marco de lo expuesto cabe preguntarse: ¿Cómo
son las relaciones intrafamiliares, la situación económica
familiar, la percepción de felicidad y bienestar, así como
aspectos institucionales relacionados que tienen los niños,
una vez que han sido reinsertados a la familia y cómo estos
eventos están asociados a la reincidencia en maltrato
infantil?
2
011). “Los factores económicos instrumentan la condición
de aquellas personas a las que las prácticas sociales les
niegan la participación en la distribución de lo producido
económicamente por las sociedades en las que se privilegian
las riquezas en manos de una minoría” (Giberti et al., 2005).
Incluso existen análisis que evalúan el bienestar infantil y la
ausencia de maltrato en función del PIB (Gómez, et al.,
MÉTODOS Y TÉCNICAS
Población y muestra
2
010). El hecho de que los padres de familia tengan ingresos
suficientes para adquirir los bienes y servicios que necesita
la familia son importantes predictores de las relaciones
intrafamiliares (Tovar et al., 2016). Este elemento también
se percibe en cuanto al espacio en que se reside; una
percepción positiva respecto a la seguridad del barrio en que
se vive, es un buen indicador de la situación económica
familiar.
Durante el año 2011 y 2013, un total de 103 niños
fueron ingresados en un Centro de Acogida Infantil CAI
(Fundación Hogar Para todos) del cantón Azogues-Ecuador,
debido a medidas de protección dictaminadas por un juez.
Al revisar las fichas de trabajo social, se advierten la o las
http://doi.org/10.5281/zenodo.4945906
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