South American Research Journal, 2(1), 23-26
https://www.sa-rj.net/index.php/sarj/article/view/15
ISSN 2806-5638
zapatero que lo hace ser un zapatero y que no termina
nunca (enérgeia). El segundo enfoque conduce a
considerar que ambas son la misma acción, pero que
pueden pensarse de distinta manera; es decir, que mientras
el zapatero elabora un zapato, es posible la existencia de
ambas consideraciones, tanto la ejecución y resultado de
un obrar que es externo al individuo como la
autorrealización del zapatero como tal y que no tiene un
horizonte limitante al poseer una finalidad (télos) (Von
Dem Bussche, 2019).
La vinculación de este movimiento-actividad con la
felicidad se establece de manera necesaria en Aristóteles,
es decir, la felicidad (eudamonia) en sí es enérgeia + télos,
y no mera kinesis, ya que la primera le brinda significado
a todas las actividades de los individuos sin que se agote
en el resultado de una actividad en particular. La lógica y
paciente descripción de la felicidad hecha por Aristóteles
tuvo vigencia durante cientos de años: ésta iba de la mano
con sociedades donde la comunicación y la tecnificación
social se encontraban en un desarrollo incipiente, lo que
permitía el cumplimiento de las etapas que describe
Aristóteles en la “Ética a Nicómaco” para llegar a la
felicidad como fin último de la vida y la actividad humana
constantemente de experiencias emocionales y mayor
bienestar (Lipovetsky, 2007). Por otro, la incesante
creación de elementos consumibles, concomitante con
desechar todo aquello que no puede transformarse en
consumo, tal como puede percibirse en el ataque
constante al sueño del individuo en la contemporaneidad,
pues dormir es un obstáculo para la productividad (Cary,
2014). Finalmente, se necesita encender dispositivos que
interioricen ambos elementos, es decir, mecanismos que
conduzcan a que un individuo produzca y consuma al
ritmo que necesita el sistema.
Uno de los tipos de individuos arrojados por esta
sociedad es el conocido autoexplotado. El aparataje
capitalista que produce la sociedad de hiperconsumo
logró –mediante conceptos aparentemente inofensivos
como libertad, transparencia o positivismo– que el
individuo contemporáneo se transforme en explotador y
explotado, un empresario de sí mismo (Han, 2012). Los
mecanismos audiovisuales que construyen un input
diverso y a la carta muestran imágenes de personas
autorrealizadas que se parecen a cada uno de nosotros;
ello se produce mediante el trabajo constante, el
emprendimiento y la negación de cualquier negatividad.
El output es el mismo: un individuo autoexplotado listo
para la producción “24/7” y el hiperconsumo. En este
escenario, ¿cómo influye la transformación de la pasiva y
procesual búsqueda de la felicidad de Aristóteles
mediante enérgeia en la radicalización de la
autoexplotación de individuo?
La existencia misma de elementos no consumibles
como la felicidad o el antes referido sueño necesitan ser
exterminados por el capitalismo. No obstante, son
actividades necesarias para la subsistencia humana. Nadie
podría imaginar una vida sin la existencia del sueño o la
felicidad. Todos necesitan dormir o tener aquel horizonte
de felicidad en sus vidas. En el caso del sueño, el sistema
capitalista busca mermarlo mediante la hiperatención y la
creación de recompensas, que demuestren que producir es
más necesario que dormir (Cary, 2014). La diatriba
capitalista en contra de la felicidad se ha tornado en un
proceso de extirpación del τέλος de lo que Aristóteles
refería como ενέργεια, es decir, aquella capacidad de
acción para alcanzar algún objetivo y que es intrínseco al
ser humano, y aquel objetivo por excelencia que es la
felicidad. Ser feliz no tiene que significar hacer “algo”
específico, peor aún adquirir “algo”, pero nos brinda la
suficiente motivación para seguir actuando. Sin el télos, la
búsqueda de la felicidad es actividad vacía.
(Aristóteles, 2005). El paso de un individuo atado a la
satisfacción de sus deseos carnales a un individuo
político, y luego de este a uno contemplativo, era posible
en sociedades que se mantenían dependientes de la
naturaleza y cuya capacidad de consumo era limitada,
pues no eran inducidas a saltarse estas etapas de la vida.
Sin embargo, la llegada de la contemporaneidad y la
sociedad capitalista de hiperconsumo modificó la simple
ecuación de Aristóteles.
LA EXTIRPACIÓN DEL τέλος Y LA
RADICALIZACIÓN DE LA
AUTOEXPLOTACIÓN
En efecto, aquellas idílicas sociedades con viejos
sabios, jóvenes adultos encargados de la política y la
milicia, y adolescentes y niños entregados a satisfacer su
hambre y libido, eran propias de lo que había visto
Aristóteles en su propia sociedad. Era un proyecto de toda
la vida llegar a ser feliz mediante el actuar virtuoso, puesto
que era necesario tener control de las necesidades
materiales, los aspectos afectivos y los apetitos
corporales. La felicidad intelectiva dependía también de
todo lo anterior (Bosch, 2019). Era una felicidad que
dependía en gran medida de un vivir metódico, activo y
consciente, que se respaldaba en valores familiares, en
una moral social religiosa y en formas de gobierno
protectoras.
La aparición del hiperconsumo provocó un cambio
radical en la concepción que tenía el individuo de la
felicidad. No parece haber un consenso todavía sobre
todas las características de este tipo de sociedad, pero se
pueden percibir tres elementos fundamentales. Por un
lado, un individuo inestable y voluble en busca
En nuestra contemporaneidad, la rapidez con la que
se actúa provoca gastar aquella capacidad de acción
(ενέργεια) en encontrar placeres efímeros y actuar según
las emociones (Han, 2014). Esta forma de actuar ya ha
sido estudiada por varios autores contemporáneos que ven
cómo, en la sociedad de consumo, la ενέργεια no precisa
de un τέλος, sino de un deseo a satisfacer, por lo que la
impulsividad y la radicalización del uso de las emociones
se vuelve un imperativo subconsciente produciendo
https://zenodo.org/doi/10.5281/zenodo.6762874
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